Comarca de Arlanza

Es difícil precisar la distribución de tribus que habitaron esta comarca durante la prehistoria: pero hay algunos testimonios de la colonización romana en las orillas del río Arlanza: el puente de Tordómar es, tal vez, el más significativo. Pero, cuando la comarca entra de lleno y con brillantez en la historia, es a principios del siglo X . Las avanzadillas de los reconquistadores llegan al valle del Arlanza hacia el año 900 y construyen una importante cadena de fortalezas: Covarrubias y su torreón, Tordueles (Torre de Félix), Tordable (Torre de Abillo); Torrecilla; Tordómar (Torre de Agomar), Torrecitores, Escuderos, Torremoronta (Torre de los Moros), etc.

 

El año 912 fue decisivo para la Castilla Condal, pues se trasladó la frontera al valle del Duero, con la reconquista de Roa, Aza, Osma y Gormaz. A las más seguras tierras del Arlanza acuden entonces, para poblar y colonizar, gentes de todo el Norte de España y muchos mozárabes. Como hecho destacado de esta época la creación por el conde García Fernández, en el año 978, del Infantado de Covarrubias .

Destacan la figuras de Francisco de Sandoval y Rojas, primer duque de Lerma, valido del rey Felipe III, que convirtió a la villa de Lerma en centro de sus dominios.

Está asentada entre las poblaciones de Lerma y Covarrubias, gentilmente bañada por los ríos Mataviejas y Arlanza, encontramos esta preciosa Villa que reúne en sí, todo un patrimonio de tradiciones, arte, historia, y naturaleza.

Ya en la Edad Media destaca como enclave de un importante cruce de caminos, perteneció al Infantado de Covarrubias hasta que el 3 de junio de 1674, siendo Rey de España Carlos II, se le concedieron los honores y privilegios de Villa.

Sus habitantes son los naberos, gente acogedora y celosa de sus tradiciones.

Una buena parte de su patrimonio lo integra la arquitectura popular. Las casas responden al modelo de planta baja de mampostería que se eleva mediante vigas de madera de sabina o enebro entrecruzadas y paredes de adobe.

Culmina esta arquitectura con típicas chimeneas castellanas con forma de tronco de cono, en algunas todavía recubierto de tejas simulando escamas.